Las palabras que vais a leer a continuación no son mías son de Marc , que es quien nos visitó el martes. Como yo sé que a él le gusta mucho escribir le propuse el reto de narrar ,desde su propia experiencia, lo que vivimos juntos. Reto aceptado y reto superado.
También podéis leer más cosas suyas : https://soymarc.com/
¿Cómo
se explica a niños y niñas de 4 y 5 años cómo es vivir con una
discapacidad? Mi idea inicial era empezar por la mía, que es la
que conozco bien. Acostumbrado a hablar delante de público
adolescente/adulto la lógica pide hablar de lo que es una lesión
medular y lo que la provoca para que, de esta manera, se viera claro
por qué necesito de una silla de ruedas. Ese discurso habría que
transformarlo a lenguaje infantil. Hablar de cables y no de conjunto
de neuronas, y hacer físico el argumento. Es decir, que se vieran
los cables para que percibieran cómo funciona. Y sí… pero no.
Porque
al final, ¿de qué se trataba esta actividad? Pues simplemente se
necesitaba conseguir dos objetivos. En primer lugar, que sean
conscientes de que no hay una única manera de hacer las cosas y que
aquellas personas que tenemos alguna discapacidad podemos llevar a
cabo todas las actividades que realiza una persona que no la tenga. Y
después, que los que somos “diferentes” necesitamos de una
sociedad consciente de las barreras que nos encontramos para poder
vivir en igualdad de condiciones. Pero volvamos al inicio: ¿cómo se
explica esto a un público de 4-5 años?
Después
de pasar 3 horas en clase te das cuenta de que no vale soltar un
rollo, preguntar si lo han entendido y después resolver cuestiones.
Es mejor enseñarles una foto de una acera estrecha ocupada por una
moto y preguntarles: “Y ahora, ¿cómo paso?”. Claro… te
arriesgas a respuestas como “Pues te levantas, te montas en la
furgoneta que hay delante y ya está” o la genial “Pues vas
empujando la moto con la silla”.
O plantearles si se puede bailar
sin mover las piernas y que sea el mismo grupo quien vaya debatiendo
sobre el tema y mostrarles después un
vídeo de un campeonato de bailes de salón.
También tienes que escuchar que no están bailando sino que los que
están de pie están ayudando a los otros a moverse, o que no debemos
hacer eso porque nos podemos caer (como si no pudiera besar el suelo
cualquiera con las piruetas que dan).
Resultó
muy curioso comprobar cómo de fácil ven hacer sus acciones
habituales cuando les aplicas una limitación. No ven nada complicado
pintar con los pies o la boca… hasta que les toca hacerlo, o cerrar
una puerta desde una silla de ruedas hasta que se montan en una y se
ven en situación. También fue divertido comprobar cómo intentan
hacer trampa cuando se les pidió que se pusieran una chaqueta sin
utilizar brazos ni manos, y me sorprendió mucho cómo se apañaron
para hacer una foto o para beber de una botella sin mover ningún
dedo y no poder agarrar. Ahí fui donde comprobé el poder que tiene
el juego para el aprendizaje.
Quizá
lo más sorprendente es comprobar con qué velocidad pasan de la
sorpresa inicial a la aceptación. Del momento en el que se quedan
congelados al entrar en clase y vernos a Lidia y a mí sentados en
una silla de ruedas y de las vergüenzas iniciales a hacerme
preguntas a la naturalidad con la querían saber más cosas al
finalizar la clase o las libertades que se tomaban para agarrar los
mangos de la silla para empujarme por clase.
Como suelo decir, la
ignorancia es la madre de la discriminación. Y existiría menos de
ambas cosas si no perdiéramos nunca la capacidad de preguntar cuando
queremos saber.
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Muchas gracias Marc, una gran suerte haber podido contar con estas tres horas de aprendizaje y disfrute.
Además, quiero agradecer su colaboración a los abuelos de Nora, padres de Marc, ya que sin ellos no hubiese salido todo igual de bien.
El abuelo fue el artista que creó al monigote de los cables que, aunque Marc no lo haya explicado, me gustaría que supierais cómo funcionaba. El monigote se iluminaba por zonas en función de su intención: brazos , manos, piernas...pero ¿qué le pasó cuando le cortamos el cable verde, el encargado de mover las piernas? pues que las piernas dejaron de funcionar. Eso es lo que le ocurrió a Marc después de tener el accidente. Estoy segura de que no se les va a olvidar en qué consitió su lesión medular, gracias a su explicación, la de Nora y al monigote que hizo el abuelo. Fue muy visual.
No podemos olvidar que en las 3 horas que duró la experiencia también hubo momento para cargarse de energía y ahí estaba la abuela pensando en ello, cocinando un rico bizcocho para l@s luner@s.
Imposible dejar pasar esta entrada sin agradecer la implicación y colaboración familiar.
Por mi parte, decir que la experiencia fue de 10, de esas que te dejan un buen sabor de boca no sólo en ese momento sino a posteriori cuando ves que las familias te vienen contando cosas que han dicho en casa y que nos dicen que la semillita va germinando.
2 comentarios:
Me encanta!!!! Todo lo que diga es poco
Enhorabuena! Estas actividades mejoran la sociedad. Tal cual.
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