viernes, 4 de febrero de 2011

MI LIMÓN, MI LIMONERO

En el momento del tentempié hemos visto ,de nuevo, la rama del naranjo que nos trajo Elvis con motivo de la estación en la que nos encontramos. Hemos comparado cómo son las naranjas y los limones por fuera  (forma y color)  y hemos tenido en nuestras manos algún que otro limón. Los había grandes y amarillos o verdes y pequeñitos. Nos ha llamado la atención que alguno tenía manchas marrones y hemos descubierto que se debían a las inclemencias del tiempo, ya que en algún momento los granizos los habían golpeado.


Los limones nos han parecido atractivos y ,sin pelarlos, algun@s ya queríamos comerlos. Pero en cuanto hemos visto un plato lleno de rodajas de limón, nos hemos emocionado y decididos las hemos probado, provocando éstas gran variedad de expresiones, debido a su sabor agrio.






Superada la primera prueba, pasamos a la segunda, volviendo a poner en marcha nuestro sentido del gusto. Aunque seguimos en invierno, el sol brillaba y nos ha animado a exprimir unos cuantos limones para después mezclarlos con agua y azúcar.


Pensando que en los vasos había agua, acudían un@ a un@ a beber. Esperábamos reacciones de rechazo, no pensábamos tener tanto éxito como con el zumo de naranja, pero sí. Al principio, hubo caras de sorpresa, pero después tod@s se bebieron su limonada, a pesar de estar esta bastante amarga. Es más, muchos pidieron repetir e incluso se relamieron.



1 comentario:

Carmen González dijo...

Algun@ si no teníamos cuidado se comía la cáscara y todo, jejeje. En cambio, las caras de otr@s lo dicen todo, eh? El ácido del limón a veces gusta, a veces no!